PREFACIO -"Marx y su concepto del hombre", Erich Fromm,1961-

La filosofía de Marx, como una gran parte del pensamiento existencialista, representa una protesta contra la enajenación del hombre, su pérdida de sí mismo y su transformación en una cosa; es un movimiento contra la deshumanización y automatización del hombre, inherente al desarrollo del industrialismo occidental. Es despiadadamente crítica de todas las "respuestas" al problema de la existencia humana que tratan de aportar soluciones por la negación o simulación de las dicotomías inherentes a ella. La filosofía de Marx tiene sus raíces en la tradición filosófica humanista de Occidente, que va de Spinoza a Goethe y Hegel, pasando por los filósofos franceses y alemanes de la Ilustración y cuya esencia misma es la preocupación por el hombre y la realización de sus potencialidades. Para la filosofía de Marx, que ha encontrado su expresión más articulada en los Manuscritos económico- filosóficos, el problema central es el de la existencia del individuo real, que es lo que hace, y cuya "naturaleza" se desarrolla y se revela en la historia. Pero, en contraste con Kierkegaard y otros, Marx contempla al hombre en toda su concreción, como miembro de una sociedad y una clase dadas y, al mismo tiempo, como cautivo de éstas. La plena realización de la humanidad del hombre y su emancipación de las fuerzas sociales que lo aprisionan está ligada, para Marx, al reconocimiento de estas fuerzas y al cambio social basado en este reconocimiento. La filosofía de Marx es una filosofía de protesta; es una protesta imbuida de fe en el hombre, en su capacidad para liberarse y realizar sus potencialidades. Esta fe es un rasgo del pensamiento de Marx que ha sido característico de la actitud occidental desde fines de la Edad Media hasta el siglo XIX y que ahora es tan escasa. Por esta misma razón, para muchos lectores infectados por el espíritu contemporáneo de resignación y el renacimiento de la idea del pecado original (en los términos de Freud o de Niebuhr), la filosofía de Marx parecerá superada, anticuada, utópica —y por esta razón, cuando no por otras, rechazarán la voz de la fe en las posibilidades del hombre y de la esperanza en su capacidad para llegar a ser lo que potencialmente es. Para otros, sin embargo, la filosofía de Marx será una fuente de nueva visión y esperanza. Grande como es la importancia de la filosofía marxista como fuente de visión filosófica y como antídoto contra la actitud generalizada —velada o abiertamente— de resignación, hay otra razón, no menos importante, para su publicación en este momento. Una de las ironías peculiares de la historia es que no haya límites para el malentendimiento y la deformación de las teorías, aun en una época donde hay acceso ilimitado a las fuentes; no hay un ejemplo más definitivo de este fenómeno que lo que ha sucedido con la teoría de Karl Marx en las últimas décadas. Se hacen continuas referencias a Marx y al marxismo en la prensa, los discursos políticos, los libros y los artículos escritos por estudiosos de las ciencias sociales y filósofos respetables; no obstante, con pocas excepciones, parece que los políticos y periodistas jamás han echado siquiera una mirada a una línea escrita por Marx y que los estudiosos de las ciencias sociales se contentan con un conocimiento mínimo de Marx. Aparentemente se sienten seguros actuando como expertos en este terreno, puesto que nadie con prestigio y posición en el reino de la investigación social pone en cuestión sus ignorantes afirmaciones. La crítica a Marx es, sin embargo, algo muy distinto del juicio acostumbrado, fanático o condescendiente, tan característico de las opiniones actuales sobre él. Estoy convencido de que sólo si entendemos el sentido real del pensamiento de Marx y podemos diferenciarlo, en consecuencia, del seudomarxismo ruso y chino, seremos capaces de entender las realidades del mundo de hoy y estaremos preparados para enfrentarnos realista y positivamente a su reto.

La propiedad privada

En la entrada anterior me había referido al concepto de enajenación y había esbozado un poco al final del artículo –en palabras de Marx- cual era la “realización de esta enajenación”.

“Pero, a medida que la propiedad privada y la división del trabajo se desarrollan, el trabajo pierde su carácter de expresión de las facultades del hombre; el trabajo y sus productos asumen una existencia separada del hombre, su voluntad y su planeación.”
"La propiedad privada es, pues, el producto, el resultado necesario, del trabajo enajenado, de la relación externa del trabajador con la naturaleza y consigo mismo. La propiedad privada se deriva, así, del análisis del concepto del trabajo enajenado; es decir, el hombre enajenado, el trabajo enajenado, la vida enajenada y el hombre separado."

“Marx y su concepto del hombre”
Erich Fromm, 1961.

Nuevamente incursionamos en otro tópico fundamental de la teoría marxista: la propiedad privada. El objetivo de este artículo será: 1) publicar un poco la crítica marxista para con la misma y su fundamento, 2) dar a conocer lo que se propone como salida a este problema específico.

"Así como la sociedad, en sus orígenes, encuentra a través del desarrollo de la propiedad privada con su riqueza y su pobreza (intelectual y material), los materiales necesarios para este desarrollo cultural, así la sociedad plenamente constituida produce al hombre en toda la plenitud de su ser, al hombre rico dotado de todos los sentidos, como realidad perdurable. Es sólo en un contexto social cómo el subjetivismo y el objetivismo, el espiritualismo y el materialismo, la actividad y la pasividad dejan de ser antinomias, y dejan de existir como tales antinomias. La solución de las contradicciones teóricas es posible sólo a través de medios prácticos, mediante la energía práctica del hombre. Su resolución no es pues, de ninguna manera, sólo un problema de conocimiento, sino un problema real de la vida que la filosofía fue incapaz de resolver precisamente porque sólo veía en él un problema puramente teórico."
Correspondiente a este concepto del hombre rico es la idea de Marx de la diferencia entre el sentido de tener y el sentido de ser. La propiedad privada —dice— nos ha hecho tan estúpidos y parciales que un objeto es sólo nuestro cuando lo poseemos, cuando existe para nosotros como capital o cuando es directamente comido, bebido, usado como vestido, habitado, etc., es decir, utilizado de alguna manera, aunque la propiedad privada misma sólo concibe estas diversas formas de posesión como medios de vida y la vida para la cual sirven como medios es la vida de La propiedad privada: trabajo y creación de capital. Así, todos los sentidos físicos e intelectuales han sido sustituidos por la simple enajenación de todos estos sentidos: el sentido de tener. El ser humano tenía que ser reducido a esta absoluta pobreza para poder dar origen a toda su riqueza interior."

Manuscritos económico-filosóficos de 1844
[La propiedad privada y el Comunismo]


XIV. ¿Cómo debe ser ese nuevo orden social?
Ante todo, la administración de la industria y de todas las ramas de la producción en general dejará de pertenecer a unos u otros individuos en competencia. En lugar de esto, las ramas de la producción pasarán a manos de toda la sociedad, es decir, serán administradas en beneficio de toda la sociedad, con arreglo a un plan general y con la participación de todos los miembros de la sociedad. Por tanto, el nuevo orden social suprimirá la competencia y la sustituirá con la asociación. En vista de que la dirección de la industria, al hallarse en manos de particulares, implica necesariamente la existencia de la propiedad privada y por cuanto la competencia no es otra cosa que ese modo de dirigir la industria, en el que la gobiernan propietarios privados, la propiedad privada va unida inseparablemente a la dirección individual de la industria y a la competencia. Así, la propiedad privada debe también ser suprimida y ocuparán su lugar el usufructo colectivo de todos los instrumentos de producción y el reparto de los productos de común acuerdo, lo que se llama la comunidad de bienes.
La supresión de la propiedad privada es incluso la expresión más breve y mas característica de esta transformación de todo el régimen social, que se ha hecho posible merced al progreso de la industria. Por eso los comunistas la plantean con razón como su principal reivindicación.

1847, Engels- Principios del comunismo. (Base para la creación del posterior Manifiesto del Partido Comunista –Engels/Marx)

La única manera de superar la enajenación es cuando los trabajadores decidan abolir colectivamente su separación de la propiedad y el control de los medios de producción, y usen este control para abolir el mercado y lo reemplacen con una planificación consciente que permita satisfacer las necesidades humanas.

"Os aterráis de que queramos abolir la propiedad privada, ¡cómo si ya en el seno de vuestra sociedad actual, la propiedad privada no estuviese abolida para nueve décimas partes de la población, como si no existiese precisamente a costa de no existir para esas nueve décimas partes! ¿Qué es, pues, lo que en rigor nos reprocháis?Querer destruir un régimen de propiedad que tiene por necesaria condición el despojo de la inmensa mayoría de la sociedad"

Marx - Engels. El Manifiesto del Partido ComunistaS. XIX

Debemos aclarar y -de esta manera rompemos con otro malentendido que predica la gente con total descaro- que al decir "propiedad privada", tal como se utiliza aquí y en otras ocasiones, Marx no se refiere nunca a la propiedad privada de los objetos de uso (una casa, una mesa, etc.). Marx se refiere a la propiedad de las "clases propietarias", es decir, del capitalista que, como posee los medios de producción, puede contratar al individuo carente de propiedades para que trabaje para él, en condiciones que aquél se ve obligado a aceptar. La "propiedad privada", en el lenguaje de Marx, se refiere siempre a la propiedad privada dentro de la sociedad de clases capitalista y, en consecuencia, a una categoría social e histórica.

Parte del malentendido surge a partir de ciertos conceptos del supuesto "comunismo" de tinte soviético.

"Lo que Marx habría pensado de un sistema como el comunismo soviético está y claramente expresado en una definición de lo que él llamó "comunismo vulgar" y que se refería a ciertas ideas y prácticas comunistas de su tiempo. Este comunismo vulgar "aparece en una doble forma; el dominio de la propiedad material es tan grande que tiende a destruir todo lo que no es susceptible de ser poseído por todos como propiedad privada. Quiere eliminar el talento, etc., por la fuerza. La posesión física inmediata le parece la única meta de la vida y la existencia. El papel del trabajador no es abolido, sino que se extiende a todos los hombres. La relación de la propiedad privada sigue siendo la relación de la comunidad con el mundo de las cosas. Finalmente, esta tendencia a oponer la propiedad privada general a la propiedad privada se expresa en una forma animal: el matrimonio (que es, indudablemente, una forma de propiedad privada exclusiva) es contrapuesto a la comunidad de las mujeres [1], en la que las mujeres se convierten en propiedad comunal y común. Puede decirse que esta idea de la comunidad de las mujeres, es el secreto abierto de este comunismo vulgar e irreflexivo. Así como las mujeres han de pasar del matrimonio a la prostitución universal, todo el mundo de la riqueza (es decir, el ser objetivo del hombre) ha de pasar de la relación de matrimonio exclusivo con el propietario privado a la relación de prostitución universal con la comunidad.
Este comunismo, que niega la personalidad del hombre en todas las esteras, es simplemente la expresión lógica de la propiedad privada, que es esta negación.
La envidia universal, implantándose como fuerza, es sólo una forma disfrazada de codicia y que se establece y se satisface de otra manera. Los pensamientos de toda propiedad privada individual se dirigen, al menos, contra toda propiedad privada más rica, en forma de envidia y deseo de reducir todo a un nivel común; de tal modo que esta envidia y nivelación constituyen, de hecho, la esencia de la competencia. El comunismo vulgar es sólo la culminación de esta envidia y nivelación sobre la base de un mínimo preconcebido.
La comunidad es sólo una comunidad de trabajo y de igualdad de salarios, pagados por el capital comunal, por la comunidad como capitalista universal. Los dos aspectos de esta relación se elevan a una supuesta universalidad; el trabajo como condición de todos y el capital como universalidad y fuerza reconocidos de la comunidad.

[1] Marx se refiere a la especulación, entre ciertos pensadores comunistas excéntricos de su tiempo que pensaban que, si todo es propiedad común también deben serlo las;
mujeres.

“No hay mayor malentendimiento o malinterpretación de Marx que aquella que se encuentra, implícita o explícitamente, en el pensamiento […] que supone que Marx sólo quería el mejoramiento económico de la clase trabajadora y que quería abolir la propiedad privada para que el obrero pudiera poseer lo que ahora tiene el capitalista.”
“Esto lo expresa Marx muy claramente en lo que sigue: "Un aumento de salarios obligado (independientemente de otras dificultades y, especialmente, de que esa anomalía sólo podría mantenerse por la fuerza) no sería más que una mejor remuneración de los esclavos y no devolvería, ni al trabajador ni a su trabajo, su significado y su valor humanos. "Aun la igualdad de ingresos que quiere Proudhon sólo modificaría la relación del trabajador de hoy con su trabajo en una relación de todos los hombres con el trabajo. La sociedad sería concebida entonces como un capitalista en abstracto."
“En este punto está muy difundida una mala interpretación de Marx, aun entre los socialistas. Se cree que Marx hablaba sobre todo de la explotación económica del trabajador y del hecho de que su participación en el producto no fuera tan grande como debiera o de que el producto debía pertenecerle, en vez de al capitalista. Pero, como ya lo he demostrado, el Estado como capitalista, como en la Unión Soviética, no habría sido mejor acogido por Marx que el capitalista privado. Lo que le preocupa esencialmente no es la igualación del ingreso”
“[…] su crítica de la sociedad capitalista se dirige no a su método de distribución del ingreso, sino a su modo de producción, su destrucción de la individualidad y su esclavización del hombre, no por el capitalista, sino la esclavización del hombre —trabajador y capitalista— por las cosas y las circunstancias de su propia creación.”

“Marx y su concepto del hombre”
Erich Fromm, 1961.


"La emancipación de la sociedad de la propiedad privada, de la servidumbre, tome la forma política de la emancipación de tos trabajadores; no en el sentido de que sólo se trate de la emancipación de éstos, sino porque esta emancipación incluye la emancipación de la humanidad entera. Porque toda la servidumbre humana está implícita en la relación del trabajador con la producción y todos los tipos de servidumbre sólo son modificaciones o consecuencias de esta relación".

Manuscritos económico-filosóficos de 1844

En este punto Marx hace un análisis, como buen materialista, de la situación histórica de su época. Este concepto de enajenación limitada principalmente a la clase proletaria debe ser corregido -a mi entender- ya que actualmente se ha extendido hasta abarcar el total de la sociedad, en todos sus estratos. Hoy no solo se debería concebir la liberación del proletario “como la emancipación de la humanidad entera” sino que esa misma humanidad entera –como parte del problema- debe tomar cartas en el asunto.

"El comunismo es la abolición positiva de la propiedad privada, de la autoenajenación humana y, por tanto, la apropiación real de la naturaleza humana a través del nombre y para el hombre. Es, pues, la vuelta del hombre mismo como ser social, es decir, realmente humano, una vuelta completa y consciente que asimila toda la riqueza del desarrollo anterior. El comunismo, como naturalismo plenamente desarrollado, es un humanismo y, como humanismo plenamente desarrollado, es un naturalismo. Es la resolución definitiva del antagonismo entre el hombre y la naturaleza y entre el hombre y el hombre. Es la verdadera solución del conflicto entre la existencia y la esencia, entre la objetivación y la autoafirmación, entre la libertad y la necesidad, entre el individuo y la especie. Es la solución del dilema de la historia y sabe que es esta solución."

Manuscritos económico-filosóficos de 1844
[La propiedad privada y el Comunismo]

El concepto de enajenación

El concepto de alienación o enajenación fue utilizado por primera vez por Hegel para referirse a la negación o alteración (devenir otro) de una realidad inicial: la idea se negaba como tal y devenía cosa. Hegel, en la “Fenomenología del Espíritu”, había tratado el problema de la enajenación, visto como un recurso de negación dialéctica que permite un autoconocimiento del Espíritu Absoluto, en tanto desaparece la relación sujeto-objeto, para nivelarse en la relación sujeto-sujeto.
En Feuerbach, (“La Esencia de la Cristiandad” -1841) la alienación consistía en la deshumanización o negación del ser humano creando un ser sobrehumano, Dios.
En Marx, acercándose a la situación del obrero concreto, la enajenación es la situación de explotación constante, en el trabajo, del «hombre por parte del hombre».
Lo que une a los tres filósofos es la necesidad de encontrar una superación continua a las negatividades, es decir, a los procesos que atacan al hombre en su esencia y naturaleza.

Para Marx, la enajenación es el concepto que permite explicar aquellas relaciones que conducen a una forma de trabajo en la cual queda anulada la libre actividad humana, sustituyendo la función social del trabajo, orientada hacia el establecimiento de vínculos humanos entre los hombres, por la cosificación de esas relaciones.
Citaremos algunos fragmentos del primer volumen de los “Manuscritos Económico-Filosóficos de 1844” [sobre el trabajo enajenado] para entender un poco más profundamente la idea marxista de enajenación.

El trabajador se vuelve más pobre a medida que produce más riqueza y a medida que su producción crece en poder y en cantidad. El trabajador se convierte en una mercancía aún más barata cuantos más bienes crea. El trabajo no sólo crea bienes; también se produce a sí mismo y al trabajador como una mercancía y en la misma proporción en que produce bienes. Este hecho supone simplemente que el objeto producido por el trabajo, su producto, se opone ahora a él como un ser ajeno, como un poder independiente del productor. El producto del trabajo es trabajo encarnado en un objeto y convertido en cosa física; este producto es una objetivación del trabajo. La realización del trabajo es, al mismo tiempo, su objetivación. La realización del trabajo aparece en la esfera de la economía política como una invalidación del trabajador, la objetivación como una pérdida y como servidumbre al objeto y la apropiación como enajenación.
-Pag 104-

El trabajo mismo se convierte en un objeto que puede adquirir sólo mediante el mayor esfuerzo y con interrupciones imprevisibles. La apropiación del objeto se manifiesta hasta tal punto como enajenación que cuanto mayor sea el número de objetos que produzca el trabajador menos puede poseer y más cae bajo el dominio de su producto, del capital.
-Pag 105-

Todas estas consecuencias se originan en el hecho de que el trabajador se relaciona con el producto de su trabajo como un objeto ajeno. Porque es evidente, sobre este presupuesto, que cuanto más se gasta el trabajador en su trabajo más poderoso se vuelve el mundo de los objetos que crea frente a sí mismo, más pobre se vuelve en su vida interior y menos se pertenece a sí mismo. Sucede lo mismo que con la religión. Cuanto más de sí mismo atribuya el hombre a Dios, menos le queda para sí. El trabajador pone su vida en el objeto y su vida no le pertenece ya a él sino al objeto.
-Pag 105, 106-

En ambos aspectos, pues, el trabajador se convierte en esclavo del objeto; primero, en tanto que recibe un objeto de trabajo, es decir, recibe trabajo y, segundo, en tanto que recibe medios de subsistencia.
Así, el objeto le permite existir, primero como trabajador y después como sujeto físico. La culminación de esta esclavitud es que sólo puede mantenerse como sujeto físico en tanto que sea trabajador que sólo como sujeto físico es un trabajador.
-Pag 106, 107-

El trabajo produce, ciertamente, maravillas para los ricos, pero produce privaciones para el trabajador. Produce palacios, pero también cabañas para el trabajador. Produce belleza, pero deformidad para el trabajador. Sustituye al trabajo por la maquinaria, pero desplaza a algunos trabajadores hacia un tipo bárbaro de trabajo y convierte a los demás en máquinas. Produce inteligencia, pero también estupidez y cretinismo para los trabajadores,
-Pag 107-

La enajenación del objeto del trabajo simplemente resume la enajenación en la actividad misma del trabajo.
¿Qué constituye la enajenación del trabajo? Primero, que el trabajo es ajeno al trabajador, que no es parte de su naturaleza; y que, en consecuencia, no se realiza en su trabajo sino que se niega, experimenta una sensación de malestar más que de bienestar, no desarrolla libremente sus energías mentales y físicas sino que se encuentra físicamente exhausto y mentalmente abatido. El trabajador sólo se siente a sus anchas, pues, en sus horas de ocio, mientras que en el trabajo se siente incómodo. Su trabajo no es voluntario sino impuesto, es un trabajo forzado. No es la satisfacción de una necesidad, sino sólo un medio para satisfacer otras necesidades. Su carácter ajeno se demuestra claramente en el hecho de que, tan pronto como no hay una obligación física o de otra especie es evitado como la plaga. El trabajo externo, el trabajo en que el hombre se enajena, es un trabajo que implica sacrificio y mortificación. Por último, el carácter externo del trabajo para el trabajador se demuestra en el hecho de que no es su propio trabajo sino trabajo para otro, que en el trabajo no se pertenece a sí mismo sino a otra persona.
-Pag 108

Hemos considerado ahora el acto de la enajenación de la actividad humana práctica, el trabajo, desde dos aspectos: 1) La relación del trabajador con el producto del trabajo como objeto ajeno que lo domina. 2) la relación del trabajo con el acto de producción dentro del trabajo.
-Pag 109-

Tenemos que inferir ahora una tercera característica del trabajo enajenado, partiendo de las dos que hemos considerado.
-Pag 109-

El hombre es "ser genérico" (Feuerbach), no sólo en el sentido de que constituye la comunidad (la suya propia y la de otras cosas) su objeto práctica y teóricamente, sino también (y esto es simplemente otra expresión de la misma cosa) en el sentido de que se considera como la especie actual, viva, como un ser universal y en consecuencia libre.
-Pag 109-

Como el trabajo enajenado: 1) enajena a la naturaleza del hombre; y 2) enajena al hombre de sí mismo, de su propia función activa, de su actividad vital, así lo enajena de la especie. Convierte la vida de la especie en un medio para la vida individual. En primer lugar, enajena la vida de la especie y la vida individual y, en segundo lugar, convierte a esta última, como abstracción, en el fin de la primera, también en su forma abstracta y enajenada.
-Pag 110-

El animal es uno con su actividad vital. No distingue a la actividad de sí mismo. Es su actividad. Pero el hombre hace de su actividad vital misma un objeto de su voluntad y de su conciencia. Tiene una actividad vital consciente. No es una determinación con la que se identifique completamente. La actividad vital consciente distingue al hombre de la actividad vital de los animales. Sólo por esta razón es un ser genérico. O más bien, es sólo un ser con conciencia de sí, es decir, su propia vida es un objeto para él puesto que es un ser genérico. Sólo por esta razón es su actividad una actividad libre. El trabajo enajenado invierte la relación, en tanto que el hombre como ser con conciencia de sí hace de su actividad vital, de su ser, sólo un medio para su existencia.
-Pag 111-

La construcción práctica de un mundo objetivo la manipulación de la naturaleza inorgánica, es la confirmación del hombre como ser genérico consciente, es decir, como un ser que considera a la especie como su propio ser o a sí mismo como especie. Por supuesto, también los animales producen. Construyen nidos, habitaciones, como en el caso de las abejas, los castores, las hormigas, etcétera. Pero sólo producen lo que es estrictamente necesario para ellos mismos y sus retoños. Producen sólo en una dirección única, mientras que el hombre produce universalmente. Producen únicamente bajo el imperativo de una necesidad física directa, mientras que el hombre produce cuando está libre de la necesidad física y sólo produce verdaderamente cuando está libre de esa necesidad. Los animales se producen sólo a sí mismos, mientras que el hombre reproduce toda la naturaleza. Los productos de la producción animal pertenecen directamente a sus cuerpos físicos,
Los animales construyen sólo de acuerdo con las normas y necesidades de la especie a la que pertenecen, mientras que el hombre sabe producir de acuerdo con las normas de toda especie y sabe aplicar la norma adecuada al objeto. Así, el hombre construye también de acuerdo con las leyes de la belleza. Es en su trabajo sobre el mundo objetivo como el hombre se muestra realmente como ser genérico. Esta producción es su vida activa como especie; mediante ella, la naturaleza aparece como su obra y su realidad. El objeto del trabajo es, pues, la objetivación de la vida del hombre como especie; porque él no se reproduce ya sólo intelectualmente, como en la conciencia, sino activamente y en un sentido real, y contempla su propio reflejo en un mundo que él ha construido. Al mismo tiempo que el trabajo enajenado arrebata al hombre el objeto de su producción, también le arrebata su vida como especie, su objetividad real como especie y transforma su ventaja sobre los animales en una desventaja, en tanto que su cuerpo inorgánico, la naturaleza, le es arrebatada.
Así como el trabajo enajenado transforma la actividad libré y autodirigida en un medio, transforma la vida del hombre como especie en un medio de la existencia física.
-Pag 111, 112-

3) El trabajo enajenado convierte así la vida del hombre como especie y la naturaleza como su propiedad mental como especie, en un ser ajeno y en un medio para su existencia individual. Enajena al hombre de su propio cuerpo, la naturaleza externa, su vida mental y su vida humana.
4) Una consecuencia directa de la enajenación del hombre del producto de su trabajo, de su actividad vital y de su vida como especie es que el hombre se enajena de los demás hombres. Cuando el hombre se confronta a sí mismo, también confronta a otros hombres.
-Pag 112-

Examinemos ahora cómo este concepto del trabajo enajenado debe expresarse y revelarse en la realidad. Si mi propia actividad no me pertenece sino que es una actividad ajena, forzada, ¿a quién pertenece?
-Pag 113-

El ser ajeno al que pertenecen el trabajo y el producto del trabajo, al que se dedica el servicio del trabajo y a cuyo goce va el producto del trabajo sólo puede ser el hombre mismo. Si el producto del trabajo no pertenece al trabajador, sino que se enfrenta a él como un poder ajeno, esto sólo puede producirse porque pertenece a otro hombre que no es el trabajador. Si su actividad es un tormento para él debe ser fuente de goce y de placer para otro. No los dioses, ni la naturaleza, sino sólo el hombre mismo puede ser este poder ajeno sobre los hombres.
-Pag 114-

El medio a través del cual se produce la enajenación es en sí un medio práctico. A través del trabajo enajenado, pues, el hombre no sólo produce su relación con el objeto y con el proceso de la producción como una relación con hombres ajenos y hostiles; también produce la relación de otros hombres con su producción y con su producto y la relación entre él mismo y otros hombres.
-Pag 114-

La relación del trabajador con el trabajo produce también la relación del capitalista (o como se quiera llamar al dueño del trabajo) con el trabajo. La propiedad privada es, pues, el producto, el resultado necesario, del trabajo enajenado, de la relación externa del trabajador con la naturaleza y consigo mismo.
-Pag 115-

Hemos derivado, por supuesto, el concepto de trabajo enajenado (vida enajenada) de la economía política, de un análisis del movimiento de la propiedad privada. Pero el análisis de este concepto demuestra que, aunque la propiedad privada aparece como la base y la causa del trabajo enajenado, es más bien una consecuencia de este último, así como los dioses son fundamentalmente no la causa sino el producto de confusiones de la razón humana. En una etapa posterior, sin embargo, hay una influencia recíproca.
-Pag 115-

Sólo en la etapa final del desarrollo de la propiedad privada se revela su secreto, es decir, que es por una parte el producto del trabajo enajenado y, por otra, el medio a través del cual se enajena el trabajo, la realización de esta enajenación.
-Pag 115-

Interpretación materialista de la religión

Antes que nada conviene que aclaremos el título de este texto; ¿a qué nos referimos cuando hablamos de materialismo filosófico?
Según esta concepción, el mundo -y por extensión el universo- es material, existente objetivamente fuera e independientemente de la conciencia. La materia es primaria y la conciencia y el pensamiento son propiedades de ésta a partir de un estado altamente organizado. El pensamiento en tal sentido es un nivel superior del conocimiento humano, proceso de reflejo de la realidad objetiva.
Marx nunca utilizó los términos "materialismo histórico" o "materialismo dialéctico"; se refirió a su propio "método dialéctico" en contraste con el de Hegel y a su "base materialista", con lo que se refería simplemente a las condiciones fundamentales de la existencia humana (y que tomará como base para todo su trabajo).

Antes de comenzar con el análisis, quería nombrar algunas personas que hicieron posible -con sus ideas- el posterior pensamiento de Marx.
Dos nombres resuenan en todo esto: Georg Wilhelm Friedrich Hegel y su discípulo, y luego crítico, Ludwig Andreas Feuerbach. Estas dos figuras de la filosofía alemana, fueron en ese orden, influencias directas de Marx y Engels hasta la delimitación de su materialismo en obras como La Tesis sobre Feuerbach (1845) y La ideología alemana (1846).

Ahora si, partiendo de las palabras de Fromm del artículo anterior sobre el concepto de espiritualidad de Marx, nos propondremos analizar un poco esta cuestión con citas de trabajos que hacen al pensamiento socialista.

[…] existe el supuesto, igualmente difundido, de que Marx descuidó la importancia del individuo; de que no tenía respeto ni comprensión por las necesidades espirituales del hombre y que su "ideal" era la persona bien alimentada y bien vestida pero sin alma".”La crítica de la religión que hace Marx se considera idéntica a la negación de todos los valores espirituales y esto parece aún más evidente a los que suponen que creer en Dios es la condición de toda orientación espiritual”.
“El fin de Marx era la emancipación espiritual del hombre, su liberación de las cadenas del determinismo económico, su restitución a su totalidad humana, el encuentro de una unidad y armonía con sus semejantes y con la naturaleza.”

[…]La crítica de la religión es la condición primera de toda crítica. El hombre que en la realidad fantástica del cielo, en el que ha buscado a un superhombre, no ha encontrado más que el reflejo de sí mismo, no estará más tentado que encontrar su propia apariencia, el hombre inhumano, allí, donde, fresca y llanamente, debe buscar su realidad verdadera.
[…]El fundamento de la crítica religiosa es: el hombre hace la religión, y no ya, la religión hace al hombre. Y, verdaderamente, la religión es la conciencia y el sentimiento que de sí posee el hombre, el cual aún no alcanzó al dominio de sí mismo o lo ha perdido ahora. Pero el hombre no es algo abstracto, no es un ser fuera del mundo. Quien dice: "el hombre", dice el mundo del hombre, el estado, la sociedad.
Este Estado, esta sociedad, producen la religión que es una conciencia absurda del mundo, porque son un mundo absurdo. La religión es la teoría general de este mundo, su resumen enciclopédico, su lógica en forma popular, su "point d'honneur" espíritualista, su exaltación, su sanción moral, su solemne complemento, su consuelo y justificación universal. Es la realización fantástica del ser humano, porque el ser humano no tiene una verdadera realidad. La lucha contra la religión es, pues, directamente, la lucha contra aquel mundo, cuyo aroma espiritual es la religión.
La miseria religiosa es, a un tiempo, la expresión de la miseria real y la protesta contra ella. La religión es el sollozo de la criatura oprimida, es el significado real de un mundo sin corazón, así como es el espíritu de una época privada de espíritu. Es el opio del pueblo.
La eliminación de la religión como ilusoria felicidad del pueblo, es la condición para su felicidad real. El estímulo para disipar las ilusiones de la propia condición, es el impulso a eliminar un estado que tiene necesidad de ilusiones. La crítica de la religión, por lo tanto, significa, en germen, la crítica del valle de lágrimas, del cual la religión es la aureola.
La crítica ha arrancado las flores imaginarías que ocultaban la cadena, no para que el hombre arrastre cadenas desprovistas de todo ensueño y consuelo, sino para que las rechace y recoja la flor viviente.
La crítica de la religión desengaña al hombre, el cual piensa, obra, compone su propia realidad, como si hubiera perdido sus ilusiones, que ha abierto los ojos de la mente, que se mueve en torno de sí mismo, o
sea en torno de su sol real. La religión no es más que, el sol ilusorio que gira alrededor del hombre, en tanto que éste se mueva en torno de sí mismo.
La tarea de la historia, por lo tanto, es establecer la verdad del aquí, después de haberse disipado la verdad del allá. Antes de todo, el deber de la filosofía, que está al servicio de la historia, consiste en desenmascarar la aniquilación de la persona humana en su aspecto profano, luego de haber sido desenmascarada la forma sagrada de la negación de la persona humana. La crítica del cielo se transforma, así, en la crítica de la tierra; la crítica de la religión en la crítica del derecho; la crítica de la teología en la crítica de la política.

Marx: "Contribution a la critique de la philosophie du drolt de
Hegel" (1844). Oeuvres philosophiques, t. I, págs. 83, 84, 85. Costes,1924.

La concepción del socialismo de Marx es una protesta, como lo es toda la filosofía existencialista, contra la enajenación del hombre; si, como dice Aldous Huxley, "Nuestros sistemas económicos, sociales e internacionales de la actualidad se basan, en gran medida, en el desamor organizado", el socialismo de Marx, es una protesta contra este mismo desamor, contra la explotación "del hombre por el hombre” y contra su explotación respecto de la naturaleza, el desprecio de nuestros recursos naturales a expensas de la mayoría de los hombres de hoy, y más aún de las generaciones venideras. El hombre desenajenado, meta del socialismo como ya lo hemos demostrado, es el hombre que no domina a la naturaleza, sino que se identifica con ella, que está vivo y reacciona ante los objetos, de modo que los objetos cobran vida para él.
¿No significa todo esto que el socialismo de Marx es la realización de los impulsos religiosos más profundos, comunes a las grandes religiones humanistas del pasado? Así es, siempre que comprendamos que Marx, como Hegel y otros muchos, expresan su preocupación por el alma del hombre no en términos teístas sino filosóficos.
Marx combatió la religión precisamente porque está enajenada y no satisface las verdaderas necesidades del hombre. Al combatir a Dios está combatiendo, en realidad, al ídolo llamado Dios. Ya de joven había escrito como lema de su disertación: "No carecen de Dios los que desprecian a los dioses de las masas sino los que atribuyen -las opiniones de las masas- a los dioses."
El ateísmo de Marx es la forma más avanzada de misticismo racional, más cerca de Meister Eckhart o del budismo Zen que la mayoría de aquellos que dicen combatir en favor de Dios y la religión y lo acusan de "ateísmo".

“Marx y su concepto del Hombre”
Pág. 73, 74. Erich Fromm, 1961.

“De la misma manera, la cualidad superada equivale a la cantidad, la cantidad superada equivale a la medida, la medida superada equivale a la esencia, la esencia superada equivale al fenómeno, el fenómeno superado equivale a la realidad, la realidad superada equivale al concepto, el concepto superado equivale a la objetividad, la objetividad superada equivale a la idea absoluta, la idea absoluta superada equivale a la naturaleza, la naturaleza superada equivale al espíritu subjetivo, el espíritu subjetivo superado equivale al espíritu objetivo ético, el espíritu ético superado equivale al arte, el arte superado equivale a la religión y la religión superada al saber absoluto”.

"Manuscritos económico-filosóficos".
Karl Marx, 1844.

Si conozco la religión como conciencia de sí humana enajenada lo que conozco en ella como religión no es mi conciencia de sí sino mi conciencia de sí enajenada confirmada en ella. Así mi propio yo y la conciencia de sí que es su esencia, no se confirman en la religión sino en la abolición y superación de la religión.

“Manuscritos económico-filosóficos”
Karl Marx, 1844.

En su existencia real esta naturaleza en movimiento está oculta. Se revela sólo en el pensamiento, en la filosofía; en consecuencia, mi verdadera existencia religiosa es mi existencia en la filosofía de la religión, mi verdadera existencia política es mi existencia en la filosofía del derecho, mi verdadera existencia natural es mi existencia en la filosofía de la naturaleza, mi verdadera existencia artística es mi existencia en la filosofía del arte, y mi verdadera existencia humana es mi existencia en la filosofía. De la misma manera, la verdadera existencia de la religión, el Estado, la naturaleza y el arte es la filosofía de la religión, del Estado, de la naturaleza y del arte. Pero si la filosofía de la religión es la única existencia de la religión, sólo soy verdaderamente religioso como filósofo de la religión, y niego el sentimiento religioso real y al hombre religioso real. Al mismo tiempo, los confirmo, parcialmente en mi propia existencia o en la existencia ajena que les opongo (porque ésta es sólo su expresión filosófica) y en parte en su propia forma original, puesto que son para mí la alteridad sólo aparente, alegorías, lineamientos de su verdadera existencia (es decir, de mi existencia filosófica) oculta por atavíos sensibles.

“Manuscritos económicos-filosóficos”.

Karl Marx, 1844.

Otro tema que fue re-evaluado por Marx y que trataremos en otra entrada del blog, es la enajenación o alienación. Marx habla de diversas formas de enajenación de la sociedad toda, inmersa en el sistema capitalista de producción. Una de estas formas derivadas es la alienación religiosa, ámbito en el cual Marx continúa la crítica de Feuerbach. Marx considera que las religiones han sido un medio para mantener oprimidas y resignadas las clases más desfavorecidas. La promesa de un más allá mejor debilita las ansias de transformación social, haciendo aceptables situaciones inaceptables. Por todo eso, la religión es «el opio del pueblo»: un narcótico que produce felicidad ilusoria.
Aún así, Marx acepta que es un opio imprescindible para una humanidad que sufre, que busca consuelo. La religión es, también, el «suspiro de la criatura oprimida, el espíritu de un mundo sin corazón, el alma de una situación sin alma», una rebelión contra las relaciones sociales inhumanas, «una protesta contra la miseria real». Nos plantea que más que una crítica a la religión, es preciso una denuncia de las condiciones económicas que hacen necesaria una enajenación religiosa.

Para aquel que se interese más por el tema recomiendo este vínculo. No se presenta una interpretación del tópico sino algunos textos interesantes de Marx, Engels y Juan B. Justo sobre religión.

La falsificación de las concepciones de Marx

Entre los malentendimientos que circulan no hay quizás otro más difundido que la idea del "materialismo" de Marx. Se supone que Marx creía que la principal motivación psicológica del hombre es su deseo de ganancias y de bienestar económico y que su búsqueda de las utilidades máximas constituye el principal incentivo de su vida personal y de la vida de la especie humana. Como complemento de esta idea existe el supuesto, igualmente difundido, de que Marx descuidó la importancia del individuo; de que no tenía respeto ni comprensión por las necesidades espirituales del hombre y que su "ideal" era la persona bien alimentada y bien vestida pero sin alma".
La crítica de la religión que hace Marx se considera idéntica a la negación de todos los valores espirituales y esto parece aún más evidente a los que suponen que creer en Dios es la condición de toda orientación espiritual.
Esta imagen de Marx discute también su paraíso socialista como la sede de millones de hombres sometidos a una todopoderosa burocracia estatal, que han renunciado a su libertad aunque puedan haber realizado la igualdad; estos "individuos" materialmente satisfechos han perdido su individualidad y han sido transformados en millones de robots y autómatas uniformados, conducidos por una pequeña élite de líderes mejor alimentados.
Baste decir por ahora que esta imagen popularizada del "materialismo" de Marx —su tendencia antiespiritualista, su deseo de uniformidad y subordinación— es totalmente falsa. El fin de Marx era la emancipación espiritual del hombre, su liberación de las cadenas del determinismo económico, su restitución a su totalidad humana, el encuentro de una unidad y armonía con sus semejantes y con la naturaleza.
[...]quiero acentuar la ironía existente en el hecho de que la descripción que se hace del propósito de Marx y del contenido de su visión del socialismo corresponda casi exactamente a la realidad de la sociedad capitalista occidental de nuestros días. La mayoría de la gente es motivada por un deseo de mayores ganancias materiales, de confort y productos destinados a facilitarlo, y este deseo sólo tiene un límite: el deseo de seguridad y de evitación de riesgos. Cada vez se sienten más satisfechos con una vida regulada y manipulada, en la esfera de la producción y del consumo, por el Estado y las grandes compañías con sus respectivas burocracias; han llegado a un grado de conformismo que ha borrado, en gran medida, toda individualidad. Son, para utilizar el término de Marx, "hombres mercancías" impotentes al servicio de máquinas viriles. El cuadro del capitalismo, a mediados del siglo XX, apenas se distingue de la caricatura del socialismo marxista trazada por sus oponentes.
Más sorprendente es aún el hecho de que los que acusan más duramente a Marx de "materialismo" atacan al socialismo por su falta de realismo, al no reconocer que el único incentivo eficiente del hombre en el trabajo es su deseo de beneficios materiales. Difícilmente podría ilustrarse mejor la ilimitada capacidad del hombre para negar las contradicciones obvias con racionalizaciones, si esto le conviene. Las mismas razones que se dicen pruebas de que las ideas de Marx son incompatibles con nuestra tradición religiosa y espiritual que se utilizan para defender nuestro sistema actual contra Marx, son empleadas al mismo tiempo, por los mismos individuos, para probar que el capitalismo corresponde a la naturaleza humana y es, por tanto, muy superior al socialismo "irrealista".
¿Cómo puede ser, entonces, que la filosofía de Marx sea tan completamente malentendida y deformada hasta convertirla en su opuesto? Hay varias razones. La primera y más obvia es la ignorancia. Parece como si se tratara de cuestiones que, por nó enseñarse en las universidades y no constituir tema de ningún examen, se prestan "libremente" a que todo el mundo piense, hable, escriba sobre ellas como se le antoje y sin ningún conocimiento. No hay autoridades reconocidas que puedan insistir en que se respeten los hechos y la verdad. Por eso todos se sienten con derecho a hablar de Marx sin haberlo leído o, cuando menos, sin haber leído lo suficiente como para tener una idea de su complejo, intrincado y sutil sistema de pensamiento.